Te levantas 6 am, 7 menos cuarto en el transporte público, con las manos en los bolsillos para intentar no tocar nada. Jornada de 12 horas con dolor en nariz detrás de las orejas, calor… pero muchas ganas de ayudar al que lo necesita.
A algunos puedes ofrecerles la esperanza de la curación y a otros sólo una caricia y acompañamiento en sus últimos días. Eres su apoyo, piensas en tu familia a un océano de distancia sin recursos para protegerse de semejante situación y oras, oras mucho, por ti, por tus pacientes, por tu familia, la de aquí y la de allá.
No lo ves claro cuando acabará pero algo es seguro: seremos mejores seres humanos.
Ana, Barcelona
Médico Venezolana en España.